¿Existe la muerte? ¿Por qué no hablamos de ella?

Por Blanca Patricia Galindo

La muerte es un tema que, aunque en lo cotidiano nos causa curiosidad, en la vida real no lo queremos tocar. Al menos en México, es tratado como un tabú.


Pero estoy casi segura que en alguna ocasión te has hecho preguntas como ¿existe vida después de la muerte? ¿A dónde vamos cuando morimos? Si existe la vida eterna, ¿cómo será? ¿El cielo y el infierno serán verdaderos?

Y sé, al igual que tú, que muchas de estas preguntas no tendrán respuesta hasta que llegue nuestro momento de partir de este plano terrenal.

El tema de la vida y la muerte es visto y discutido desde distintas perspectivas según nuestras creencias religiosas, familiares, sociales y hasta como nación.

En India, por ejemplo, se celebra la muerte física porque se considera como un paso hacia otro estado del alma. En México, por el contrario, casi todos lloramos y sentimos dolor cuando fallece un ser amado, un amigo o una mascota.

Es natural pasar por el duelo, pero debemos traspasarlo para evitar que nos quedemos sumidos en el sufrimiento. No, no es fácil, pero tampoco imposible.

Y todo esto te lo comparto porque hay una parte de la muerte de la que casi nadie habla. ¿Qué quieres que pase contigo cuando se acerque el momento en que tengas que trascender? ¿Lo has compartido con tu familia?

¿Las personas cercanas a ti saben qué tendrían qué hacer si sufres una enfermedad terminal? ¿Les has dicho si querrías que te mantengan con vida artificial o te desconecten de los aparatos de un hospital? ¿Les has compartido si quieres que tus órganos sean donados o no? ¿Quieres que te velen, que te sepulten o que te incineren?

Todo esto es de suma importancia que lo compartas con quienes amas y te aman. No sólo sabrán cómo cumplir con tu última voluntad, sino que además les quitarás muchos problemas, dolores de cabeza y conflictos internos porque sabrán exactamente qué hacer contigo.

Existe un concepto que se llama Legado de Vida. Este consiste en que dejes por escrito lo que quieres que se haga contigo. No, no se trata del testamento, eso aplica para los bienes materiales, sino de qué harán con tus restos.


Hay que quitarnos la falsa creencia de que hablar de la muerte es “llamarla” o “atraerla”.

Yo tuve la fortuna –llena de tristeza, claro- de ver partir a mi pareja. Y hoy, a tres años de distancia, le agradezco infinitamente que hubiéramos hablado sobre qué quería que yo hiciera y que NO hiciera antes y después de su muerte.

Eso me trajo un gran alivio… y estoy segura de que él agradece que se haya cumplido con todo lo que pidió cuando aún podía comunicarse.

Y hoy sé que nadie muere, sólo nos adelantamos a un plano al que todos hemos de llegar.


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