En toda educación siempre debe haber autoridad

Ana Giorgana



Es increíble la cantidad de padres de familia que llegan a la consulta agobiados porque sus hijos se muestran rebeldes, no obedecen; en suma los han rebasado, y ellos, no son capaces de poner límites a su comportamiento.

El primer punto y más importante que tenemos que considerar, es que los hijos no son nuestros amigos. Es decir, a los amigos se les elige, a los padres no. Mucho menos a los hijos. La gran mayoría de los progenitores mantiene un deseo oculto de mantenerse cerca de sus hijos y llevar una relación de intimidad, en la que sean iguales y tengan confianza. Es evidente, que una buena relación padre e hijo se centra en la confianza, pero de eso, a ser buenos amigos, está muy distante la realidad.

En cierto sentido, quienes han extraviado la brújula son los padres. Desean ser amigos de los hijos. Quieren ser sus confidentes. Anhelan una relación de equilibrio y amor, pero no desean ejercer el rol que les corresponde: SER UNA AUTORIDAD PARA LOS MENORES.

Para realmente ser unos padres que puedan llevar la educación y la formación de la prole, es necesario que se ejerza, antes que nada, y nos guste o no, el principio de autoridad. Y como el término lo establece, principio, quiere decir, lo primero, lo que tiene que estar, lo que es necesario que se dé y el cimiento de la relación entre las relaciones entre padres e hijos. Este principio es inalterable y por tanto, los padres "tienen que ser una autoridad en la educación de los hijos".

Cuando los padres se confunden en este rol lo que sucede, es que privan al hijo de la guía, de los lineamientos y de lo que se espera en una sociedad como esta para comportarnos dentro de ciertos lineamientos. Los condenan a la confusión porque no los proveen de modelos, de patrones a seguir para que cuenten con una línea de comportamiento.

Resultado, los hijos no toman en cuenta a los padres, pasan sobre ellos, sus palabras no son atendidas, se encuentran tiranizados, además, de desgastados, sin darse cuenta que la solución está en ellos.
Las relaciones humanas son un espejo importante de nuestro comportamiento, por tanto, dime qué tipo de hijos tienes y cómo se comportan y te diré el tipo de padre que eres.

La autoridad paterna no debe confundirse con autoritarismo, por el contrario, cuando se asume, es un orgullo ser padre, porque nos sentimos capacitados para ser un modelo, una forma, una guía, un entrenador de vida y un constructor de personalidad, de aquello que más queremos, nuestros hijos.

Por supuesto, que la educación de los hijos plantea grandes desafíos, sin embargo, es importante, reconocer que la maternidad o la paternidad la hemos elegido como un modo de vida. Por tanto, requerimos de responsabilidad y estar atentos frente a lo que nos toca resolver como padres con cada hijo en lo particular.

No todos los hijos plantean los mismos retos, y tampoco todos los padres nos mostramos iguales frente a cada hijo, pero si te interesa saber más sobre este tema apasionante, te invito a que adquieras el material electrónico: Las relaciones padres e hijos un juego de espejos
Gracias por leerme, mi misión es la calidad de vida emocional y su impacto en la vida social.


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