Tal redefinición se vincula directamente con la de generar valor y riqueza económica, ambiental y social (las denominadas 3Ps: Profit, Planet, People) con los grupos de interés con los que se interrelaciona la empresa, a través de la redefinición misma de sus modelos de negocio para competir estratégicamente, combinando el desarrollo empresarial con la prosperidad social en modelos de negocio innovadores que sean capaces de suplir las necesidades sociales por un lado y por el otro generar desarrollo y sustentabilidad socio-económica.
La “generación de valor compartido” utiliza los activos tangibles e intangibles de la empresa tales como su tecnología, conocimiento, talento humano, redes de distribución y comercialización, para identificar nuevas oportunidades, incrementar la competitividad y la rentabilidad, a la par de contribuir a la generación de la mejora de las condiciones económicas, sociales y ambientales del entorno y de los grupos de interés en el ecosistema globalizado, cambiante y cada vez más competitivo en el que las empresas mexicanas se desenvuelven.
Michael Porter nos dice que no basta con ser más productivos, hablar de crecimiento o enfocarse en las utilidades, que tener una economía sofisticada y competitiva no es suficiente, tampoco lo es la responsabilidad social corporativa ni la filantropía para responder con efectividad a las necesidades sociales. Que no alcanza con donar dinero o cumplir ciertos estándares sociales y ambientales. Que hay que redefinir el propósito de las empresas. No solo porque es lo correcto y lo moral, sino porque de eso depende el progreso, la sostenibilidad e, inclusive, la existencia de cada empresa a largo plazo.
"No solo porque es lo correcto y lo moral, sino porque de eso depende el progreso, la sostenibilidad e, inclusive, la existencia de cada empresa a largo plazo".
El concepto de valor compartido supone ir más allá de la responsabilidad social empresarial y de las utilidades inmediatas a corto plazo, para aplicar una estrategia de largo alcance que combine el lucro de la empresa con el bienestar social. Porter aclara que la responsabilidad social ubica los problemas ambientales y de la comunidad en la periferia y no en el centro mismo de la gestión empresarial. Mientras que la responsabilidad social corporativa sugiere gastar recursos para hacer las cosas bien, el valor compartido establece la forma de tener un mejor desempeño económico al impactar positivamente a la sociedad, las utilidades de las empresas deben ir a la par del progreso social y el desarrollo sostenible de la comunidad que debe ser promovido por las mismas empresas. Las estrategias de valor compartido son más sostenibles como ventajas competitivas que las mejoras al producto o la racionalización de costos. Para Porter no es válido concebir el progreso económico sin el progreso social y ambiental.
Es necesario que PyMes y empresas familiares, que son el motor económico del país, cambien su observador y amplíen su mentalidad en relación a su contribución en la prosperidad de México. El primer paso del valor compartido es lograr que las empresas redefinan su propósito por un propósito superior. Las estrategias y objetivos empresariales han de considerar el beneficio para la sociedad, sin éste será poco menos que imposible su éxito económico y su sostenibilidad en el tiempo.
Crear valor económico mientras se crea simultáneamente valor social y valor ambiental deberá ser la forma en la que aseguremos la rentabilidad y comprendamos la gestión empresarial, para ello Porter nos dice que hay tres formas de hacerlo:
- Con el Producto o Servicio que tiene la empresa. Hay que desarrollar un producto o servicio que satisfaga una necesidad social.
- Con otra definición de la cadena de valor. Buscando oportunidades de ahorro u optimización de recursos a lo largo de la cadena.
- Clusters locales. Sus condiciones estructurales (las empresas relacionadas, los proveedores, los bienes públicos, la calidad educativa, las instituciones, etc.), ayudar a construir mejores clusters a través de iniciativas que mejoren las condiciones estructurales.
Habría que dejar de ver las necesidades sociales desde la óptica de la responsabilidad social y la filantropía, en las que se comparte una muy pequeña porción del valor generado por una compañía, a enfocarse en encontrar oportunidades de negocio codificadas en problemas del entorno.
Mientras que la responsabilidad social corporativa sugiere gastar recursos discrecionalmente para hacer las cosas bien, el valor compartido establece la forma de tener un mejor desempeño económico y estratégico continúo al tener un impacto positivo en la sociedad.
"Mientras que la responsabilidad social corporativa sugiere gastar recursos discrecionalmente para hacer las cosas bien, el valor compartido establece la forma de tener un mejor desempeño económico y estratégico continúo al tener un impacto positivo en la sociedad".
Decía Lee Iacocca ex CEO de Chrysler “Una empresa que sólo produce dinero es una empresa muy pobre”.
La empresa debe producir valor, pero no sólo valor económico ligado a utilidades, como era el paradigma hasta ahora tan vigente de la Escuela de Chicago: “Las empresas únicamente responden ante sus accionistas por el cumplimiento de su razón de ser, que es el ánimo de lucro”; sino valor compartido, que se comparte social y ambientalmente, que promueva la prosperidad de los empleados, de las empresas involucradas en la cadena de suministro y del ecosistema y de la sociedad en la que se encuentra, que haga viable el entorno social y también el entorno ambiental, de nada nos servirá hacer utilidades en un mundo marcado por la inseguridad que compromete la armonía y la paz social y marcado también por la contaminación del planeta y su sobre explotación irracional de recursos, la amenaza al medio ambiente y el calentamiento global que cada vez más se convierte en un desafío para nuestra especie.
Los empleados en las empresas toman un compromiso mayor con aquellas empresas que se comprometen y se inspiran en un propósito superior.
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