Actualmente, vivimos en un mundo en el que cada día existe más odio, más violencia y por ende y en casos extremos, muertes.
Las personas nacemos libres de prejuicios, prejuicios que adquirimos a lo largo de nuestras vidas, por nuestro entorno social y lo más importante, por nuestro núcleo familiar.
La tolerancia no te obliga a ser parte de algo, si no a aceptar lo que te rodea.
En nuestra vida profesional, social y personal, llegamos a encontrarnos en situaciones con las que no necesariamente nos sentimos identificados. Es allí donde la mente suele entrar en conflicto con nuestros ideales, valores, creencias o forma de vida.
El tener la capacidad de tolerar la otra parte o lo que quizás no entendemos, significa respetar las distintas posturas y estilos o desiciones de alguien más.
Las diferencias siempre han existido hasta en las mismas formas de pensar, y eso no ha impedido que podamos crecer como cultura.
¿Qué sería de la humanidad si todos fuéramos iguales? Seguramente nada, siempre habría lo mismo, veríamos lo mismo, y no existirá lo que nos enriquece como sociedad, la diversidad.
El tener la capacidad de convivir en armonía con nuestro entorno, es tener la capacidad de razonar y respetar como seres pensantes que somos. Habla de la educación que tenemos y de los valores y el intelecto que nos llevarán a una sociedad de éxito.
¿Cuál es el patrimonio que quieres dejar en donde vivirán las futuras generaciones?
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